Este árbol de la Cruz nos salva, a todos nosotros, de las consecuencias de aquel otro árbol, donde comenzó la autosuficiencia, el orgullo, la soberbia de querer conocer - nosotros - todo, según nuestra mentalidad, según nuestros criterios, y también según esa presunción de ser y de llegar a ser los únicos seres del mundo.
Santo Padre Francisco
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